Barquitos de Papel

Notas perdidas, abandonadas en facturas de teléfono, en envoltorios de galletitas, en bordes de diarios y revistas, como barcos de papel. A veces ni siquiera llegan a cobrar vida con la tinta y quedan atrapadas en la memoria, diluyéndose con el tiempo. Mensajes para mí más que para otros, aunque tal vez a otros también les puedan servir. Por lo menos, de este modo, los comparto y, además, les doy un destino para que no vayan naufragando por los rincones, olvidados.

28 noviembre, 2006

Apegados al elemento que nos repele

"Dijo que hay un pez en ese mismo río, que las aguas no quieren y él, el pez, debe pasar la vida, toda la vida, como el mono, en vaivén dentro de ellas; pero de un modo más penoso, porque está vivo y tiene que luchar constantemente con el flujo líquido que quiere arrojarlo a tierra. Dijo Ventura Prieto que estos sufridos peces, tan apegados al elemento que los repele, quizás apegados a pesar de sí mismos, tienen que emplear casi íntegramente sus energías en la conquista de la permanencia y aunque siempre están en peligro de ser arrojados del seno del río, tanto que nunca se les encuentra en la parte central del cauce, sino en los bordes, alcanzan larga vida, mayor que la normal entre los otros peces. Sólo sucumben, dijo también, cuando su empeño les exige demasiado y no pueden procurarse alimento."

En Zama, de Antonio Di Benedetto.

21 noviembre, 2006

Militantes del sentido común

Eso que los une. La seguridad de compartir ciertos conceptos. La conformidad. Los límites bien definidos. Amor, compromisos, sexo, amistad, diversión, alegría, tristeza, locura, enfermedad, muerte, drogas, pobreza, riqueza, éxito. Dicen conocerlos, dicen saberlos, dicen experimentarlos. Todos dicen lo mismo. Todos piensan lo mismo y creen que viven en la realidad. Se sonríen, se complacen, se miran y se reafirman en una comunión excluyente de cualquier distorsión que los ponga en peligro. Son los que andan siempre bien parados. Los que no caen. Los que no son el caso a tratar. Los que no se destacan, los que están en la media, los que se regocijan estando entre las mayorías que dictan las estadísticas. Los que disfrutan de ser aquellos a los que los bordes no los tocan. Miembros de una mente colectiva de hormigón. Rígidos. Ocultadores. Depravados. Perversos. Reprimidos. Cultores de un honor hipócrita. Militantes del sentido común. Bestias.

15 noviembre, 2006

Trapecistas

Las manos empolvadas en resina. La música saliendo por los altoparlantes viejos. Altura. Madres, padres, niños, familias. Un ruido en el estómago. El vacío dentro y fuera. La orden del redoblante. El trapecio acercándose. El cuerpo arrojado. Las cuerdas tensas. El viento impactando en el rostro. El pelo como una estela en el aire. Un latido en el pecho. Varios latidos. Rápidos latidos. Una bocanada de aire inflando los pulmones. La manos soltando el trapecio. El cuerpo enroscándose sobre el abismo. Las manos de Felipe esperando otras manos. El aire, el pelo, el rostro, el ruido en el estómago, los latidos, viajando hasta el piso. La dureza del piso. El polvo que se eleva. El horror. La tristeza. Madres, padres, niños, familias. El vacío dentro y fuera.

07 noviembre, 2006

Una vez por mes... me ves.

Mis disculpas. Soy el muchacho cafiaspirina, ese al que le preguntan en qué andás y empieza a contar y no para por un par de horas hasta que enumera todo. Algo bueno y algo malo. Lo bueno. Soy hiperkinético de modo que no aprendí a disfrutar de la fiaca y me siento un poco culpable (de la culpa hablo en la terapia, si algún día les parece abro un blog que se llame "culpógenos de cartón" y me explayo). Entonces, cuanto más actividad, cuanto más movimiento, más siento que tengo todas las pilas puestas. Al mismo tiempo me quejo. Porque la queja me encanta. Sin entrar en el prejuicio barato, creo que tengo algo de mina en ese sentido. Perdón a las minas que lean. Me gusta quejarme cuando me falta el tiempo. Me gusta estar sólo media hora frente al televisor en todo el día, en ese rato que paso en casa antes de dormir y desear transcurrir horas viendo películas. No lo hice nunca. Lo malo. No me alcanza el tiempo para hacer todo lo que quiero hacer. Me reparto, me distribuyo, me despliego en eventos, sucesos, rutinas y horarios. Lo malo también es que en el camino quedan muchas cosas por hacer, mucho por decir, mucha gente por ver y muchas cuestiones que quisiera compartir. Bueno y malo. Siguen siendo dos valoraciones totalmente relativas. No sé qué es bueno y qué malo. Así se me presentan los días últimamente. Estoy más serio, más introspectivo, más concentrado, menos chistoso, más enfocado en algunas cuestiones. Una de las primeras frases que incluí en el blog sigue tan presente como hace unos meses. La frase es de Patricio Rey y dice: “MUTAR, CUANDO SÓLO ES NUEVO LO QUE HEMOS OLVIDADO”. La tomás o la dejás. Salute.