El semáforo de San Juan se pone en rojo. El camión se detiene. Ricky viaja con los pies hacia fuera, en la parte de atrás. Abajo se apilan las bolsas llenas de cartones, como un colchón enorme. Yani habla con Ricky y trata de arreglar la cartera de cuero que encontró cerca de la Avenida Córdoba. Ricky le cuenta la vez que encontró las zapatillas Reebok casi nuevas y le promete que si “pega” algo esta semana se lo va a regalar. Yani le dice que no mienta, que todo lo que saca después se lo lleva a la vieja. “Te digo que no”, le insiste Ricky, “voy a buscar algo para vos”. Le cruza un brazo por el cuello, lo aprieta y le lleva la cabeza hasta el pecho. A Yani no le gusta que la agarren. Intenta soltarse. Tacha, apoyado sobre la cabina del conductor, observa expectante la charla del Ricky. Desde que le contó que le gusta Yani, Ricky hace todo lo posible para alejársela. Compiten en todo y con las minas más todavía. Tacha los ve de espaldas y mide la distancia entre un cuerpo y el otro. Se banca como puede. La cabeza de Yani baja hasta el pecho de Ricky por la fuerza del abrazo, y Tacha piensa que Ricky la lleva hacia sus genitales. Yani forcejea y a Tacha se le despierta la furia. Esquiva a Hernán, a Pata y sin querer le da un rodillazo en la nuca a Maxi. “Qué hacés guacho” le recrimina Maxi al pasar. Tacha le pide perdón con un gesto y sigue saltando por encima de las bolsas y cartones. Llega junto a Ricky y Yani. El semáforo de San Juan pasa del amarillo al verde. La humareda sale del caño de escape y forma un telón detrás del camión. Una nube negra se expande por la calle. Tacha pierde el equilibrio y cae sobre Ricky y Yanina, arrastrándolos hasta el asfalto.