Barquitos de Papel

Notas perdidas, abandonadas en facturas de teléfono, en envoltorios de galletitas, en bordes de diarios y revistas, como barcos de papel. A veces ni siquiera llegan a cobrar vida con la tinta y quedan atrapadas en la memoria, diluyéndose con el tiempo. Mensajes para mí más que para otros, aunque tal vez a otros también les puedan servir. Por lo menos, de este modo, los comparto y, además, les doy un destino para que no vayan naufragando por los rincones, olvidados.

28 diciembre, 2006

La canción de los últimos días del año dice:

El tesoro que no ves
La inocencia que no ves
Los milagros que van a estar de tu lado
Cuando comiences a leer de los labios
Y a ignorar los embustes y gustar
Con tu lengua de las aguas que son dulces
Aunque te sientas mal

Si no hay amor que no haya nada entonces, alma mía
No vas a regatear!

Un hermoso día el de hoy!
Ay! Qué bello día es hoy!
Está para desatar nuestra tormenta
Que va a tronar por el dolor
Juegan a "primero yo" y después a "también yo"
Y a "las migas para mí" y cierran el juego porque ya saben que... el tonto nunca puede oler al diablo (vida mía!) ni si caga en su nariz

Esa mancha que está allí...
Por allí... en el suelo! allí!
Y en tu bella cicatriz
Parece sangre y sin embargo sonreís

El tesoro que no ves!
La inocencia que no ves!
El placer es tan oscuro como el culo de un topo negro y si no hay amor que no haya nada Entonces, alma mía No vas a regatear!

Placer que es cruel...
(Le echás el guante sin lágrimas... a tu pena allí nomás) .. y el mundo allí nomás
El sol cocina lento...
Placer que es cruel... (Vos siempre estás con una excusa a flor de labios... sin lágrimas..
Con tus dolores allí nomás, sin vida
Con tu sangre en el suelo...


El tesoro de los inocentes
Carlos "Indio" Solari.

27 diciembre, 2006

Profundidad sensitiva

Camino desde Cabildo por Vilela hasta el parque. Cruzo el parque. Los yuppies corren para eliminar las toxinas y el estrés. Dan vueltas como manadas de perros. Deben ser bien perros, pienso. Los zapatos se me ensanchan. Pienso que debo comprar unos nuevos. Miro la altura de la calle: 3600. Ya estoy llegando. De frente, a un par de veredas, el Negro y Totó caminan en dirección hacia mí con un termo de telgopor. Dentro del termo no puede haber otra cosa que una botella de cerveza. Nos saludamos. Vamos al parque pero los mosquitos nos corren. Volvemos a lo del Negro. Ahí está lleno de cucarachas, pero por lo menos no pican. Son unas cucarachas grandes, maduras y rojas como ladrillos. El baño, sobre todo, está infestado de estos bichos. Nos ponemos al tanto sobre las cuestiones de los últimos días y vamos hasta la parrilla que dijo el Negro. Nos avisa que meemos antes de salir, porque donde vamos no hay baño. Una señal. Caminamos hasta la estación Saavedra y nos reimos de cosas que seguramente no vamos a recordar. Cruzamos la vía y nos encontramos con una parrilla pequeña. No tiene luz. Un sol de noche alumbra la barra donde nos acomodamos. Pedimos mucha carne, papas, ensalada y vino de la casa. Brindamos por estar en Saavedra, por juntarnos donde sea y por volver a Boedo. El Negro vuelve a Boedo. No será un evento que comente Rial o que salga en los matutinos de mañana, pero para este pequeño mundo es un acontecimiento importante. Flan con dulce de leche, la cuenta y un fernet. El último por aquellos pagos. Volvemos con Totó en el 71 cargando nuestra pesadez. Me siento delante de la pantalla y escribo sobre estas cuestiones de las que creo vale la pena escribir, especialmente luego de varios días de no poder alcanzar una profundidad sensitiva. Hoy no me siento distante.

26 diciembre, 2006

LOS LADOS B

Con una cuchara, dibujos con miella leche que quema la lengua de mi amigo que ahoga un gritoy se tapa la caraDetona en mi mente la televisiónPepino el payaso que vuela y volando yo voyy aterrizo en la cama de ClaudioEstán durmiendo en mi memoria, recuerdo a esa niña de grisparece que no, pero sí, me empuja y empieza a reír¡viven en mí!Y espero el 50 que tarda un montónpor suerte yo tengo el pijama bajo el pantalóny que feo que es ir al colegio...Jugué campeonatos, nunca fui campeónsoy el win derecho que nunca perdió la ilusióny corrió hasta que no hubo más canchaEstán durmiendo en mi memoria, jugábamos a que éramos Kissparece que no, pero sí, el tiempo pasó y sigo así¡viven en mí!

19 diciembre, 2006

Celuleados

El tipo que está sentado al lado mío en el subte abre la tapa de su celular. Pregunta por dónde andan y se asombra de que aún estén por Chascomús. La chica del asiento de enfrente lo ve hablando y se toca el bolsillo. Saca su aparato y comprueba que no vibrando. De todos modos, comienza a presionar las teclas con su dedo gordo y enfoca su mirada en la pequeña pantalla. La mujer que está parada junto a ella recibe un llamado y a habla en voz alta. “Le dije que cerraba temprano porque tenía que ir al médico, que se cague” le dice a alguien que debe estar sujetando otro aparato en algún lugar. El tipo sentado al lado mío continúa hablando. Mi celular no suena todavía. No tendremos mucho para decirnos.