NONI
Estuve lejos este verano. Acá cerca y bien lejos. Conocí un lugar al que no había llegado nunca. En ese lugar había dolor. Mi abuela me mostró ese lugar y me enseñó algo que me faltaba aprender. La profundidad del dolor, la fuerza para enfrentarlo, la energía para exprimir lo mejor de cada día. A pesar de todo. Incluso, de saber, finalmente, que todos los días son una bienvenida y una despedida a la vez. Mi abuela me enseñó, sin decirlo, que de ese lugar lleno de muros fríos y sombras, se sale por arriba, elevándose en un amor tan espontáneo como el que naturalmente de ella puede surgir.
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