Barquitos de Papel

Notas perdidas, abandonadas en facturas de teléfono, en envoltorios de galletitas, en bordes de diarios y revistas, como barcos de papel. A veces ni siquiera llegan a cobrar vida con la tinta y quedan atrapadas en la memoria, diluyéndose con el tiempo. Mensajes para mí más que para otros, aunque tal vez a otros también les puedan servir. Por lo menos, de este modo, los comparto y, además, les doy un destino para que no vayan naufragando por los rincones, olvidados.

27 diciembre, 2006

Profundidad sensitiva

Camino desde Cabildo por Vilela hasta el parque. Cruzo el parque. Los yuppies corren para eliminar las toxinas y el estrés. Dan vueltas como manadas de perros. Deben ser bien perros, pienso. Los zapatos se me ensanchan. Pienso que debo comprar unos nuevos. Miro la altura de la calle: 3600. Ya estoy llegando. De frente, a un par de veredas, el Negro y Totó caminan en dirección hacia mí con un termo de telgopor. Dentro del termo no puede haber otra cosa que una botella de cerveza. Nos saludamos. Vamos al parque pero los mosquitos nos corren. Volvemos a lo del Negro. Ahí está lleno de cucarachas, pero por lo menos no pican. Son unas cucarachas grandes, maduras y rojas como ladrillos. El baño, sobre todo, está infestado de estos bichos. Nos ponemos al tanto sobre las cuestiones de los últimos días y vamos hasta la parrilla que dijo el Negro. Nos avisa que meemos antes de salir, porque donde vamos no hay baño. Una señal. Caminamos hasta la estación Saavedra y nos reimos de cosas que seguramente no vamos a recordar. Cruzamos la vía y nos encontramos con una parrilla pequeña. No tiene luz. Un sol de noche alumbra la barra donde nos acomodamos. Pedimos mucha carne, papas, ensalada y vino de la casa. Brindamos por estar en Saavedra, por juntarnos donde sea y por volver a Boedo. El Negro vuelve a Boedo. No será un evento que comente Rial o que salga en los matutinos de mañana, pero para este pequeño mundo es un acontecimiento importante. Flan con dulce de leche, la cuenta y un fernet. El último por aquellos pagos. Volvemos con Totó en el 71 cargando nuestra pesadez. Me siento delante de la pantalla y escribo sobre estas cuestiones de las que creo vale la pena escribir, especialmente luego de varios días de no poder alcanzar una profundidad sensitiva. Hoy no me siento distante.

1 Comments:

At 4:49 p. m., Anonymous Anónimo said...

Hoy me siento más distante que nunca.

 

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