Subte
Estación Boedo. Mi ex-vecino, el que conocía de cuando vivía con mis padres, bajaba la escalera. Despacio, muy despacio, porque tiene un problema en las cervicales y se tambalea de un lado a otro. A veces parece que se va a caer para un costado pero se ayuda con una muleta y finalmente queda en pie. Podría haberme hecho el boludo, pero lo saludé. Ahí empezó, como siempre, a preguntarme por todas mis cosas. Subimos al vagón y le dieron el asiento. Yo quedé parado, entre la gente, a un metro suyo. Pensaba que íbamos a viajar así, a distancia, en silencio. Pero no. Mi ex vecino siguió su interrogatorio a la distancia, en voz alta. Todo el vagón se enteró de mi vida. Yo contestaba sus preguntas con monosílabos y me preguntaba porqué no puedo hacerme el boludo en esas situaciones. Viajamos así hasta estación Catedral. Ultimamente, siento que las cosas no son como deberían ser.