Minuto de reflexión
Notas perdidas, abandonadas en facturas de teléfono, en envoltorios de galletitas, en bordes de diarios y revistas, como barcos de papel. A veces ni siquiera llegan a cobrar vida con la tinta y quedan atrapadas en la memoria, diluyéndose con el tiempo. Mensajes para mí más que para otros, aunque tal vez a otros también les puedan servir. Por lo menos, de este modo, los comparto y, además, les doy un destino para que no vayan naufragando por los rincones, olvidados.
Tomando por Bulnes, desde Córdoba hasta Rivadavia. Pasando por el Coto y bordeando plaza Almagro. Cruzando Rivadavia hasta que se hace Boedo. Largo Boedo al fondo, después de Independencia y también de San Juan. Pompeya, lejos, más allá. Los carritos se amontonan con sus bolsas, sus fierros oxidados y los desperdicios que se puedan canjear. Los mocosos esperan sentados en el cordón de la vereda. Las perras, los gatos, los pillos y los guachos. Los camiones colectivos levantan pasajeros y carritos en la avenida del sur. Los mocosos pagan boleto para llevarse el hambre de la ciudad.
Creo que todos buscamos lo mismo